LA GUERRA GRANDE (1839-1852)

            La Guerra Grande se llama así no sólo por su duración prolongada en el tiempo (1839 a 1852), sino por que fue un conflicto regional que involucró a orientales y argentinos como protagonistas principales y también al Brasil, a Inglaterra y Francia. Toda la región rioplatense se vio sacudida por la inestabilidad política y económica, mezclándose los conflictos internos del Uruguay con los de Argentina y Brasil.

            LAS CAUSAS DE LA GUERRA
            Para entender las causas que provocaron esta guerra debemos analizar los diversos intereses que existían y la situación que se vivía, no sólo en el Río  de la Plata, sino en América y Europa.
            1) La política europea hacia los países de América.- Las potencias coloniales europeas, Inglaterra y Francia, se introducen en los asuntos de los países de América procurando el control de la actividad comercial. Los centros industriales europeos (ya avanzada la industrialización en Inglaterra y desarrollandose en Francia) necesitaban materias primas y lugares hacia donde enviar población que sirviera de escape a las tensiones de sus sociedades. ¿Donde podían obtener ambas cosas? En América y en especial en el Río de la Plata que los abastecía de cueros y lana.
            Inglaterra y Francia se disputaban la obtención de una posición dominante en los nuevos países poco desarrollados. La primera quería conservar y extender sus posiciones privilegiadas obtenidas desde la época de la revolución hispanoamericana; la segunda, la Francia gobernada por Luis Felipe, el “rey burgués”, dominada por comerciantes y banqueros, trataba de desplazar a Inglaterra.
            2) La situación en América.- Las oligarquías de los países americanos no se veían molestas frente a la intervención europea porque  coincidía con sus intereses económicos ya que eran los abastecedores de las materias primas: eran latifundistas o comerciantes exportadores. Por eso las oligarquías, que tenían en sus manos el gobierno, establecieron la libertad de comercio que servía sus intereses de venta. Su liberalismo no sólo era una postura ideológica, sino la manifestación política de un interés personal.
            Pero esa libertad de comercio significaba también el ingreso de productos extranjeros que afectaban a las artesanías locales y los sectores sociales afectados deseaban el fin del librecomercio. La defensa de la producción local coincidía a veces con posturas conservadoras en lo político, porque el liberalismo se asociaba  a la libertad comercial que los llevaba a la ruina. También jugaban un papel importante los caudillos, identificados con los sectores populares a quienes decían interpretar y defender.
            Por estas razones, el enfrentamiento entre los liberales y los conservadores, se transformaba también en un enfrentamiento entre los sectores “doctorales” de la ciudad y los caudillos rurales. Y también se podía ver como un enfrentamiento entre las oligarquías aliadas de los intereses europeos y los sectores nacionalistas
Los caudillos generalmente se empeñaban en resistir lo europeo y querían resolver los problemas de acuerdo a un criterio americano. Los sectores políticos de la ciudad, “los doctores”, influidos de ideas liberales, planteaban que había un conflicto entre la civilización, que ellos decían representar, y la barbarie, que era, según ellos, lo que representaban los caudillos y el campo.
Juan Manuel de Rosas
            3) La situación en el Río de la Plata.- Profundas divisiones internas se daban en los países del Río de la Plata. En Argentina se mantenía el enfrentamiento entre unitarios y federales, que en realidad era el enfrentamiento entre los intereses distintos del puerto de Buenos Aires y algunas de las provincias del interior.  En Uruguay las luchas personales entre los caudillos se confundían con la lucha entre dos proyectos económicos distintos: uno que impulsaba el desarrollo de las salazones de carne y su venta en América y el otro que defendía el libre comercio y las exportaciones de cueros hacia Europa.
            Los dos bandos de los dos países tenían coincidencias entre ellos, por lo tanto no era es de extrañar que colorados y unitarios hicieran causa común y del otro lado se unieran blancos y federales.
            Esta relación entre las fuerzas políticas uruguayas y argentinas y la creciente influencia de estas en Uruguay, motivaban a Brasil a intervenir por su lado para evitar que definitivamente los orientales quedaran bajo la órbita argentina. Pero Brasil también tenía sus problemas: las tendencias separatistas en varias regiones, incluyendo Río Grande del Sur, provincia que limitaba con la zona rioplatense.
            A esto hay que agregarle la presencia amenazante de las potencias europeas. La presencia de inmigrantes que se radicaban en los países del Río de la Plata servía de excusa para aumentar las intervenciones y las presiones. Los inmigrantes, para resolver sus problemas, en lugar de recurrir a las autoridades locales, gestionaban la intervención de los gobiernos de sus países de origen. Estos presionaban a través de sus diplomáticos y amenazaban con el uso de la fuerza. En el caso de los inmigrantes franceses e ingleses, se trataba de inversores que se radicaban en esta zona, establecían comercio y reclamaban privilegios. En Argentina, hasta el surgimiento de Juan Manuel de Rosas, no hubo impedimento a su accionar; pero a partir del gobierno de Rosas que la aplicación de una política proteccionista y americanista, los inmigrantes que vieron disminuir sus ganancias, pidieron la intervención de las potencias europeas. Fue así que Francia entre en conflicto con Rosas y al atacar a este buscó el apoyo del gobierno uruguayo presidido por  Oribe. Como este no concedió a los franceses la posibilidad de usar el puerto de Montevideo para que la escuadra francesa atacara a Buenos Aires, los franceses apoyaron el levantamiento de Rivera contra Oribe. Rivera derrota a Oribe y este se ve obligado a renunciar marchandose a Buenos Aires, donde Rosas lo recibe como el autentico presidente de Uruguay.
            Rivera consideró la actitud de Rosas como una intromisión en los asuntos internos de Uruguay y, aliado con los unitarios antirosistas y los franceses, atacó a Rosas. Así comenzó la Guerra Grande.

            ¿QUIEN ERA JUAN MANUEL DE ROSAS?
            Juan Manuel de Rosas “el Restaurador” fue durante 20 años la personalidad dominante del Río la Plata. Su figura y actuación ha sido muy discutida  por los historiadores. Luego de su derrota y exilio en Europa, los historiadores liberales argentinos, lo consideraron un autoritario y feroz personaje; posteriormente, en el transcurso del siglo XX, los historiadores “revisionistas” han destacado su actitud nacionalista, defensora de los intereses americanos frente a la intervención europea.
Soldados rosistas
            Desde muy joven se dedicó a las actividades ganaderas, revendiendo cueros primero y luego en su estancia de Los Cerrillos en la Provincia de Buenos Aires. Esta estancia fue un establecimiento modelo para la época, en ella además de criar ganado se plantaba. También tenía saladeros de carne y embarcaciones que le surtían desde la Patagonia de la sal necesaria para la salazón. Su enriquecimiento le permitió comprar más tierras y transformarse en uno de los estancieros más importantes de Buenos Aires. Además administraba las estancias de sus primos, los Anchorena.
            Con los peones y agregados de sus estancias formó una milicia propia, “los colorados del Monte”, que cuidaban sus campos de los ataques indígenas. En relación con estos, Rosas llevó a cabo una campaña para reducirlos e incorporó las tierras que habitaban. Ganó así el apoyo de los estancieros que querían eliminar a los indios y aumentó sus campos con las tierras tomadas. Pero con algunas tribus llegó a acuerdos entregándoles vacunas contra la viruela y aguardiente a cambio de tierras lo que le dio prestigio de ser uno de los pocos que podían intermediar con los indígenas. Unos tres mil de estos vivían en sus campos.
            En 1829 Rosas fue electo Gobernador por la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires. Se le dieron facultades extraordinarias, declarándosele Restaurador de las Leyes. Argentina aún no existía como estado, cada provincia tenía su gobierno y en esos momentos se vivía una guerra permanente entre los unitarios o centralistas que querían centralizar el gobierno en la ciudad de Buenos Aires y los federales que querían la autonomía de las provincias. Esta lucha había arrancado prácticamente desde el inicio de la revolución, en mayo de 1810, y aún no se había podido resolver.
            Rosas era federal, pero la aplicación que hizo del federalismo fue muy particular. Nunca intentó que se hiciera una constitución para organizar definitivamente el gobierno. Su posición dominante en toda argentina la logró mediante pactos con los caudillos de las provincias. Estos delegaban las relaciones exteriores y la dirección de la guerra en manos de Rosas, pero se trataba sólo de una delegación de autoridad hecha por un caudillo a otro por un tiempo. Esta actitud no era aceptada por los llamados “federales doctrinarios”, que reclamaban una constitución que permitiera organizar un gobierno para toda Argentina en forma definitiva.
            Rosas persiguió a los unitarios, ordenó requisar y quemar todas las publicaciones donde se hablara mal de los federales y se aplicaron penas severas a los autores o cómplices de atentados e intentos de rebelión, así como a todos aquellos que se manifestaran a favor del unitarismo.
            Para Rosas las facultades extraordinarias eran necesarias para poder gobernar, pues sostenía que para mantener la paz y establecer el orden era necesario un gobierno fuerte. Cuando en 1832 la Sala de Representantes le quitó las facultades extraordinarias, Rosas renunció a su cargo de gobernador. Al dejar el gobierno realizó “la campaña del desierto” conquistando tierras indias, lo que aumentó su prestigio. En 1835 se le nombró nuevamente gobernador y aceptó luego que se le dieron amplios poderes por tiempo indeterminado. Entonces realizó una violenta campaña contra los unitarios, les destituyó de cargos públicos y obligó a usar la divisa color punzó, símbolo del federalismo, con la consigna: “¡Viva la Santa Federación, mueran los salvajes unitarios!”
            Todos los recursos de la propaganda fueron utilizados para rodear a Rosas de un prestigio casi sobrenatural.

            LA POLITICA ECONOMICA DE ROSAS
            Rosas puso en práctica, a través de la Ley de Aduanas de 1835, una política económica proteccionista de la producción argentina. En esa ley se ponían elevados impuestos aduaneros a todos los productos importados que competían con la producción nacional: del 35 al 50%. Reducía al 4% el impuesto las exportaciones, eliminándolo en caso de la exportación de manufacturas y lanas, para abaratar su costo y poder venderlos más fácilmente. Pero se fijo un impuesto alto, 25%, a las exportaciones de cueros, imprescindibles para la industria extranjera y cuyo proveedor casi único era el Río de la Plata. Por otro lado los productos uruguayos y chilenos podían ingresar a la Argentina sin pagar ningún impuesto.
            Esta ley se complementó con otra que prohibía exportar oro y plata. Los importadores, para pagar lo que compraban en el extranjero, debían hacerlo con productos del país, no con metal.
            Con estas disposiciones se ponía fin al liberalismo económico que se había implantado después de la revolución de mayo de 1810. El proteccionismo había sido reclamado por las provincias del interior que producían manufacturas artesanales y que se habían visto en dificultades al no poder competir con la producción extranjera, principalmente inglesa, que ingresaba barata por el puerto de Buenos Aires. Tan sólo Artigas había intentado el proteccionismo para las provincias del Litoral a través de su Reglamento Aduanero de 1815.
            Las provincias del interior también reclamaban que las ganancias obtenidas por los impuestos aduaneros (rentas aduaneras) se repartieran entre todas y que no quedaran exclusivamente para Buenos Aires. En este aspecto la postura de Rosas fue la tradicional de los gobiernos porteños: se negó a ese reparto, argumentando que Buenos Aires tenía que hacer frente a los gastos por representar a las provincias del interior y por mantener el puerto en buen estado.
            Además Rosas mantuvo el puerto de Buenos Aires como el único habilitado para el comercio con el exterior, impidiendo a los países extranjeros navegar libremente por el Paraná. El argumento era el del proteccionismo: impedir que Inglaterra o Francia ingresaran por el río hacia el interior de la Argentina y comerciaran directamente con las provincias que no tenían manufacturas propias y las importaban. Si esto pasaba, se vería burlada la Ley de Aduanas y esas provincias no le comprarían a las otras que producían manufacturas. Pero había provincias, sobretodo las del Litoral, productoras de cueros y carne, que querían comerciar directamente con el exterior evitando al puerto de Buenos Aires. Esto afectaría a Buenos Aires que perdería los ingresos por las rentas aduaneras.
            Esto último explica la oposición que a Rosas hacían algunas de las provincias del Litoral, como Corrientes y Entre Ríos, y la actitud antirosista de los ingleses y franceses.

            EL DESARROLLO DE LA GUERRA GRANDE
            Dentro de la Guerra Grande se pueden distinguir tres momentos bien diferenciados:
            1) la ofensiva contra Rosas (marzo de 1839-diciembre de 1842)
            2) el sitio de Montevideo (febrero de 1843-octubre de 1851)
            3) la ofensiva final contra Rosas y el desenlace de la guerra (noviembre de 1851-febrero de 1852).
           
            1) La ofensiva contra Rosas.- El primer periodo se caracteriza por la formación de coaliciones contra Rosas que carecieron de la necesaria unidad para poder tener éxito. El 10 de febrero de 1839 Rivera le declaró la guerra a Rosas. Poco antes había firmado un tratado con la provincia de Corrientes que apoyaba a Rivera en la guerra, y además contaban con el apoyo de los unitarios y de Francia. Las fuerzas de Rosas derrotaron a los correntinos y los federales rosistas con la participación de orientales oribistas, ingresaron a territorio oriental. Rivera los derrotó en la batalla de Cagancha (diciembre de 1939) y la guerra prosiguió en territorio argentino donde Rosas volvió a triunfar.
            El gobierno francés, al comprender que la guerra no le daba los resultados esperados, le ocasionaba gastos y comprometía su prestigio, además de ocasionarle algunos problemas con Inglaterra, decidió retirarse del conflicto abandonado a sus aliados rioplatenses.
            Entre noviembre de 1840 y setiembre de 1841, un ejército rosista comandado por Manuel Oribe, realizó exitosas operaciones en Argentina liquidando al ejército unitario dirigido por Lavalle.
            Los enemigos de Rosas lograron formar una nueva coalición formada por Uruguay, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos. Un ejército dirigido por Rivera se enfrentó a los rosistas dirigidos por Oribe en Arroyo Grande (diciembre de 1842) y estos últimos triunfaron ampliamente.
            De esta manera terminaba en fracaso la ofensiva contra Rosas. A partir de ese momento la guerra se trasladó a territorio uruguayo. 

            2) El sitio de Montevideo.- En este periodo el acontecimiento central va a ser el sitio de Montevideo por las fuerzas comandadas por Oribe y la formación de dos gobiernos en Uruguay: el que estaba sitiando y el sitiado.
Garibaldi, aventurero italianao que apoyó
añ gobierno de la Defensa
            Las fuerzas de Oribe, luego de derrotar a Rivera en Arroyo Grande, cruzaron el Río Uruguay, penetraron en territorio oriental y sin encontrar mucha resistencia, sitiaron Montevideo. No pudieron bloquear la ciudad por mar, porque lo impidió la flota inglesa. Así Montevideo quedó cercada por tierra y protegida por mar por ingleses y franceses.
            Las fuerzas sitiadoras, comandadas por Oribe estaban integradas por federales argentinos y orientales que se identificaban con la divisa blanca. Las fuerzas sitiadas estaban integradas por orientales identificados con la divisa colorada, unitarios argentinos e inmigrantes europeos que formaron sus propios batallones (como los italianos dirigidos por Giusseppe Garibaldi).
            Oribe se estableció en el Cerrito, utilizando como puerto el del Buceo. En Montevideo se mantuvo hasta terminar su mandato la presidencia de Rivera, y luego fue sustituido por Joaquín Suárez. El gobierno de Montevideo se llamó “gobierno de la Defensa”.
            En el interior Rivera reorganizó sus fuerzas pero fue derrotado en la batalla de India Muerta (27 de marzo de 1845) y pasó hacia Brasil. A partir de ese momento too el interior quedó en manos de Oribe. Rivera intentó recuperar posiciones ingresando con nuevas fuerzas al país pero fue derrotado nuevamente. Inició negociaciones con Oribe y esto provocó que el gobierno de la Defensa decretara su destierro y solicitara al gobierno de Brasil que lo apresara. A partir de ese momento el dominio de Oribe en el interior fue indiscutido.
            Mientras se mantenía el sitio a Montevideo y Uruguay tenía dos gobiernos, Francia e Inglaterra, con el pretexto de la mediación de paz, intervinieron activamente en le conflicto rioplatense. Sus objetivos eran:
            A) Pacificación del Río de la Plata, para restablecer la normalidad del comercio.
            B) Apertura de los ríos Uruguay y Paraná, especialmente este último, para el comercio internacional, lo que significaba ponerse en contacto directo con las provincias del interior argentino y con Paraguay.
            La rivalidad existente entre ambas potencias, que les impidió actuar coordinadamente, y la resistencia de Rosas, les impidió concretar sus propósitos y en 1850 se retiraron.

            3) La ofensiva final contra Rosas y el desenlace de la guerra.- En este corto período que va de mayo de 1851 a febrero de 1852 se observa:
            - el triunfo de la nueva orientación diplomática del gobierno de la Defensa buscando aliados en la región.
            - el fin del predominio de Rosas en las provincias argentinas.
            - la intervención de Brasil.
            Manuel Herrera y Obes, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Montevideo, llevó adelante gestiones para obtener la participación en la guerra de Entre Ríos y Brasil.
Justo José de Urquiza
            Justo José de Urquiza, caudillo y gobernador de Entre Ríos, durante años había sido colaborador de Rosas. Su ambición personal de pasar a un primer plano, y los intereses de los estancieros entrerrianos, le decidieron a cambiar de posición. Gran productora de ganado, Entre Ríos estaba en condiciones de ponerse en contacto directo con el extranjero a través de los ríos, pero no podía hacerlo por la Ley de aduanas de Rosas.
            Brasil en los comienzos de la guerra fue hostil al gobierno de la Defensa por las vinculaciones que rivera tenía con los revolucionarios separatistas de Río Grande del Sur. Pero luego, al ver la influencia que Rosas estaba teniendo en la región, cambió de política. Se decidió a intervenir en el conflicto buscando una posición influyente en Uruguay. El gobierno de la Defensa envió a Río de Janeiro a Andrés Lamas para que gestionara una alianza con el emperador de Brasil. El resultado de esta gestión fueron los Tratados del 51.
            El 29 de mayo de 1851 se firmo la alianza entre el gobierno de la Defensa, Brasil y entre Ríos, comprometiendose los tres a mantener la independencia del Uruguay, hacer salir a Oribe y los federales rosistas del territorio oriental y a declarar la guerra a Rosas si este atacaba a cualquiera de los tres. Inmediatamente se produjo la pacificación en Uruguay. Oribe, sin el ejército federal que estaba en el sitio y que se adhirió a Urquiza, no podía mantener la ocupación de Montevideo. Fue así que se llegó a un acuerdo de paz entre el gobierno del Cerrito y el de la defensa, con la fórmula “ni vencidos ni vencedores”. El gobierno de Montevideo asumía el control total del país y se comprometía a convocar a elecciones para designar un nuevo gobierno.
            Así terminaba la guerra en territorio uruguayo. Pero aún quedaba resolver el conflicto con Rosas. Un poderoso ejército de entrerrianos, correntinos, orientales y brasileños se trasladó hacia Buenos Aires para enfrentar a Rosas. En Monte Caseros (3 de febrero de 1852) los rosistas fueron derrotados. Rosas renunció y se embarcó hacia Inglaterra.

            LOS TRATADOS DEL 51 Y LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
            Los Tratados del 51, firmados por el gobierno de la Defensa, representado por Andrés Lamas, y el Brasil el 12 de octubre de 1851, fueron cinco. Eran las condiciones que ponía Brasil para intervenir en apoyo del gobierno de la Defensa.
            1) El tratado de alianza establecía una alianza perpetua entre el Uruguay y Brasil. Ambos se comprometían a ayudarse en el mantenimiento de su independencia y la conservación del orden interno. De esta manera Uruguay podía quedar comprometido en una guerra de Brasil con otro país de América (hay que recordar que Brasil tenía problemas de límites con la mayoría de los países de América del Sur). Además abría las puertas a una posible intervención de Brasil en los asuntos internos del Uruguay al establecer que aquel podía intervenir en para auxiliar al gobierno legítimo.
            2) El tratado de extradición establecía el compromiso de devolver los criminales de un país que se refugiaran en el otro. El Uruguay se comprometía además a devolver a Brasil los esclavos fugados que huían de sus amos y se refugiaban en su territorio. Hay que tener en cuenta que Uruguay había abolido la esclavitud varios años antes (en 1842).
            3) El tratado de comercio y navegación establecía que el comercio de tasajo y ganado en pie quedaba exonerado de pagar impuestos. Además declaraba la libre navegación de ambos países en el río Uruguay y sus afluentes. Este acuerdo perjudicaba a los saladeros orientales, ya que los saladeros brasileños podían comprar ganado en Uruguay, llevarlo a Brasil sin pago de impuestos, faenarlo y procesarlo en Río Grande del Sur y competir con el tasajo uruguayo. El acuerdo de navegación permitía a los barcos de Brasil entrar al Río Uruguay y sus afluentes a vender su mercadería.
            4) El tratado de subsidio y reconocimiento de deuda comprometía a Brasil a entregar un préstamo a Uruguay. Este se comprometía a devolverlo con intereses y como garantía ponía los impuestos de aduana que eran los únicos ingresos importantes que tenía el estado. Además Uruguay reconocía un deuda anterior con Brasil de dudoso origen (indemnizar a propietarios brasileños establecidos en Uruguay por supuestos daños causados por las revoluciones y guerras).
            5) El tratado de límites ratificaba, en general, los límites fijados en la época de la dominación portuguesa en 1821. Así Uruguay renunciaba definitivamente al territorio de las Misiones Orientales, territorio que en la época colonial perteneció a España y que había sido ocupado por los portugueses y luego los brasileños permanecieron en él.  Pero además se le otorgaba a Brasil la navegación exclusiva del río Yaguarón y de la Laguna Merim y se le cedía media legua de territorio en la desembocadura de los ríos Cebollatí y Tacuarí, pudiendo levantar allí fortalezas.

En resumen, los Tratados del 51 eran desfavorables para el Uruguay. Significaban la renuncia de derechos territoriales que poseía por el tratado de San Ildefonso de 1777. Consagraban la intervención brasileña en los asuntos internos de Uruguay. Desvirtuaban la abolición de la esclavitud, ya decretada en Uruguay, cuyo gobierno quedaba al servicio de los esclavistas brasileños. Perjudicaban a los saladeros uruguayos, beneficiando a los saladeros de Brasil. Admitían la existencia de fortalezas brasileñas dentro de territorio oriental.

                       


            Como resultado de la guerra, el Uruguay diminuyó su población. En 1840 la población de uruguaya se calcula que alcanzaba los 140 mil habitantes y al terminar la guerra era de unos 132 mil. Muchos inmigrantes regresaron a sus países de origen o buscaron un nuevo destino dentro de América. Por otra parte se produce el ingreso de brasileños en el norte del país. Debido a la desvalorización y descenso del precio de la tierra, los estancieros brasileños compraron tierras en la zona norte y para 1857 se calcula que poseían el 30 % del territorio. Traían sus peones del Brasil, generalmente esclavos, aunque la esclavitud en el Uruguay había sido abolida, y si tenían algún problema con las autoridades nacionales inmediatamente elevaban sus quejas al gobierno de Brasil para que interviniera presionando al gobierno uruguayo.
            También disminuyó la cantidad de ganado vacuno: al comenzar la guerra había unos 6 millones de cabezas y en 1852 habían 2 millones. Las matanzas para mantener a los ejércitos y los arreos masivos hacia Brasil provocaron esta disminución. La industria saladeril quedó en ruinas. Al comenzar la guerra había 24 saladeros y al terminar sólo quedaban 4.
            El estado quedaba fuertemente endeudado. Todos los recursos estaban hipotecados, hasta las propiedades públicas, incluyendo la Plaza Independencia, la Plaza Cagancha y el edificio del Cabildo. El gobierno, para hacer frente a los gastos más urgentes, dependía del préstamo de Brasil.
            En el aspecto político la situación no era mejor. El nuevo gobierno iba a quedar bajo la influencia de Brasil y de Urquiza. Sobretodo del primero. La influencia brasileña en el norte era enorme, tanta que el diputado paulista Silva Ferraz les señalaba a sus colegas en las Cámaras brasileñas en 1845: “Vosotros creéis que en la frontera del Yaguarón donde termina el imperio de nuestras leyes, al pasar a la otra orilla, al territorio que se dice de la República Oriental, vais a encontrar un pueblo completamente distinto del de Brasil. Es preciso que sepáis que, felizmente, no es así. Al pasar al otro lado del Yaguarón el traje, el idioma, las costumbres, la moneda, las pesas y medidas, todo señores, hasta la tierra, todo es brasileño”.